El diciembre pasado se publicó la séptima edición del Barómetro de opinión pública del Parlamento de Navarra 2016, llamado popularmente el “Navarrómetro”, elaborado por los profesores Juan Mari Sánchez Prieto y Ernesto Pérez Esáin, de la Universidad Pública de Navarra. Me temo que el debate que generaron sus datos sobre intención de voto en las próximas elecciones regionales eclipsó casi por completo otras informaciones no menos relevantes.
Por un lado, las referentes a la percepción de la situación económica en nuestra comunidad. El 71,5% de la población cree que el panorama económico es regular o malo, es decir, casi tres cuartas partes de los navarros sigue viendo nubarrones en el horizonte. Además, uno de cada dos navarros considera que 2017 será igual o peor que el año anterior.
Por otro, resulta preocupante la valoración de la situación política en Navarra aportada por el Navarrómetro. Tres de cada cuatro ciudadanos estima que ésta es regular o mala y el 62%, que en 2017 será o igual o peor que en 20106. Así mal vamos, sobre todo teniendo en cuenta que los políticos en general, los partidos y la política son señalados por los navarros como el segundo problema de la Comunidad Foral. Ahí es nada.
¿Qué hacer ante este panorama? ¿Qué nos espera en el 2017? En cuanto a la economía, merece la pena recordar los objetivos planteados por el Gobierno de Navarra en su denominada Estrategia de Especialización Inteligente, un modelo propuesto para el desarrollo económico de la región. Ésta contiene tres objetivos con los que es difícil no estar de acuerdo: 1) mayor calidad de vida, a través de la cohesión social y unos sistemas sanitarios y educativos excelentes; 2) mayor sostenibilidad, con la consiguiente protección de los recursos naturales y el uso eficiente de los mismos; y 3) mayor prosperidad mediante el desarrollo del tejido empresarial navarro.
Si el objetivo parece ser compartido por tanto los partidos del gobierno como los de la oposición (recordemos que el Plan Moderna, elaborado en 2009, incluía objetivos muy similares), no lo es tanto el camino elegido por el Ejecutivo para alcanzarlo. Algunas medidas adoptadas por el cuatripartito desde que llegó al Gobierno en cuestiones de salud y educación (relacionadas con la Universidad de Navarra) además del tema fiscal, por nombrar sólo algunos ejemplos pertenecientes a áreas sociales muy sensibles, parecen contradecir, sin embargo, dichos objetivos. Es más: colocan a Navarra en desventaja en comparación con otras regiones españolas. Erosionan el bienestar de muchos ciudadanos de manera directa. Valga como ejemplo la reforma fiscal, que se ha traducido en importantes subidas de impuestos que afectan sobre todo a las rentas medias y a las familias con hijos. O el recientemente anunciado recorte de los beneficios fiscales a los planes de pensiones.
Y qué decir de las empresas. El aumento de la presión fiscal sobre los rendimientos empresariales y el establecimiento del impuesto de patrimonio para bienes empresariales está teniendo como consecuencia más directa el trasladado de su domicilio fiscal fuera de las mugas forales por parte de algunas empresas, lo que implica que se frena la generación de riqueza en nuestra tierra y que el Gobierno recaudará menos. Teniendo en cuenta que los Presupuestos Generales de Navarra aprobados para este año suponen un aumento del gasto público de más del 6%, no es fácil imaginar cómo van a cuadrar las cuentas.
Por último, la valoración de la situación política. Conozco -y supongo que no debo de ser una excepción- a políticos con una formación y capacidad de servicio extraordinarias que se han dejado la piel por Navarra y cuya trayectoria ha sido intachable. Ahora bien, comprendo que la ciudadanía esté cansada de enfrentamientos estériles, de posturas enconadas que no benefician a nadie, de que determinados sectores enarbolen banderas ideológicas que sólo contribuyen a la desunión y no a la cohesión social ni al bien común… Esas actitudes y conductas perjudican a todos. Si algo le pido a este año entrante es que todos los agentes económicos implicados en la recuperación económica recobren la confianza, requisito fundamental y aun imprescindible para que ésta se haga una realidad palpable. Los navarros tienen derecho a que su comunidad se recupere en términos económicos con solvencia y se merecen que el Gobierno vele por su cumplimiento, no sólo de palabra, sino también con sus actos. Si no existe confianza en su gestión y en las medidas aprobadas, la salida de la crisis tardará más en llegar y no será todo lo floreciente que se podría esperar. Aún estamos a tiempo –espero y deseo- para enmendar y mejorar. En tiempo de crisis debemos saber priorizar lo importante y huir de posiciones partidistas que nos alejan de la eficiencia.
José León Taberna, miembro de Co.CiudadaNa